lunes, 20 de marzo de 2017

Las alergias


Estamos en marzo y con la llegada del otoño retornan o se exacerban las alergias razón por la cual en esta oportunidad nos referiremos a las mismas.
Se tiene noticia de la existencia de las enfermedades alérgicas desde tiempos antiguos, pero sus mecanismos no empezaron a estudiarse de forma rigurosa hasta mediados del siglo XIX con el aumento de la fiebre del heno en los países que comenzaban su industrialización y principios del XX con el descubrimiento de los mecanismos de las inmunidades.
El aumento de la contaminación atmosférica y la temperatura ambiente, hace que se eleven los recuentos de polen, la presencia de insectos y de hongos asociados a las enfermedades alérgicas.
Más del 50% de los casos de asma en los adultos y alrededor del 80% en los niños es de origen alérgico.
La rinitis alérgica está presente en alrededor 10-30% de la población.
Las reacciones adversas a medicamentos afectan aproximadamente a una décima parte de la población mundial, de las cuales un 10% corresponde a reacciones impredecibles de hipersensibilidad.
Las enfermedades alérgicas ocupacionales tienen una alta prevalencia. La dermatitis alérgica de contacto es una de las enfermedades ocupacionales más habituales. El asma ocupacional representa el 15% del asma en los adultos.
La sensibilización mediada por Inmunoglobulinas a proteínas extrañas en el medio ambiente afecta hasta a un 40% de la población. Esta sensibilización se asocia con la exposición a polen, ácaros del polvo, hongos y cucarachas.
Se acepta, en general, que el desarrollo de las enfermedades de origen inmunitario es debido a la interacción entre los genes de susceptibilidad específicos y ciertos factores ambientales. En el caso de las alergias, antígenos como pólenes, ácaros del polvo doméstico, alimentos, mohos, caspa de animales, medicamentos, etc. Sin embargo, menos del 10% de las personas con mayor susceptibilidad génica desarrollan la enfermedad, lo que indica la existencia de un fuerte desencadenante que afecta también al progreso y pronóstico de la enfermedad. Además de la predisposición genética y la exposición a los antígenos, el tercer elemento clave necesario es la pérdida de la función protectora de las barreras mucosas, principalmente las mucosas intestinal y pulmonar.
La enfermedad celíaca y la sensibilidad al gluten no celíaca sin reconocer ni tratar, pues cursan habitualmente sin síntomas digestivos o estos son leves, se asocian con frecuencia a procesos de naturaleza inmuno-alérgica, tales como el asma, la rinitis y las faringoamigdalitis, entre otros Aproximadamente un 20% de las personas con sensibilidad al gluten no celíaca sin tratamiento presentan, asociadas a la intolerancia al gluten, alergias  mediadas a uno o más inhalantes, alimentos o metales, entre los cuales los más comunes son los ácaros del polvo, las gramíneas, el pelo de perros o gatos, el pescado o el níquel.
Los síntomas se manifiestan clínicamente según el órgano en el que actúen los mediadores liberados, que pueden producir:
En la piel: eccema, eritema, hinchazón y picazón, así como ronchas propias de la urticaria y/o de la dermatitis.
En los bronquios: broncoespasmo, inflamación y aumento de secreciones, característicos del asma.
En la mucosa nasal: inflamación y prurito, que desencadena estornudos, así como aumento de secreción mucosa, propio de la rinitis.
En los ojos, conjuntivitis y queratitis.
En el tracto digestivo: diarrea, vómitos y dolor abdominal, síntomas que aparecen en la alergia alimentaria.
No se debe confundir la alergia con la intolerancia. La intolerancia (como la que puede aparecer a determinados alimentos) se distingue de la alergia en que estas últimas el origen es una respuesta alterada del sistema inmune, mientras que en las intolerancias no participa el sistema inmune.

Crisis  alérgica

El shock anafiláctico: Reacción alérgica aguda y extrema que puede ser letal.
Las crisis alérgicas graves pueden estar acompañadas con síntomas como:
Vértigos, síncopes, desvanecimiento, náuseas
Inflamación de labios, párpados, dedos, prurito o comezón en todo el cuerpo.
Dificultad respiratoria (disnea) 
Malestar o decaimiento.
Urticaria (suele ser provocada por picaduras, medicamentos, látex, etc.).
Estornudos: rinitis alérgica (o «fiebre del heno»).
Cuando el contacto con el alérgeno se produce vía general (como la inoculación de veneno de himenópteros tras la picadura de abeja o avispa, la administración de un medicamento o la ingesta de alimento), pueden aparecer síntomas en órganos distantes o incluso una afectación severa de varios órganos (urticaria, broncoespasmo, hipotensión arterial, taquicardia), que se conoce como anafilaxia.

Fundación Puiggrós

Foto: https://pixabay.com/es/alergia